CAPITULO 35: AÚN ASI LA PUERTA ES VIEJA (PARTE 2)

A los diez minutos me encontraba disfrutando de las curvas de la carretera montaña destino al mirador situado en su cúspide. Las ruedas se ajustaban perfectamente al giro del volante y me encontraba disfrutando como un enano de mi maquinón.



Mientras dejaba coches por detrás de mi no podía parar de reirme pensando en la cara de subnormal que debió quedar en la cara de Jimenita cuando educadamente la mande a tomar vientos frescos cercanos a moñigas de vacas.

Era una espléndida mañana de sábado, lucía el sol con mucho empuje, el mismo que tenía el par motor de esta pequeña bestia de gasolina. Ese color negro plateado, su salpicadero imitando a la madera y esos asientos de polipiel negros daban un color de distinción a un simplón y vulgar "enrosca bombillas".

Existen muchos subnormales con aires de grandeza que piensan que un conserje es su putita que sólo sabe enroscar una bombilla o abrir una puerta. Estos mismos simios de la incertidumbre obvian que cuando alguien intenta entrar en su casa, un delincuente aborda el portal o hay cualquier problema él busca su solución.

Sin contar tampoco hacen estos adalides de la verdad las numerosas horas extras en mantenimiento del edificio como pintar, atender a técnicos fuera del horario o soportar las injuriosas quejas del personal por problemas que tienen más que ver con las venganzas personales de unos y otros que de la comunidad misma.

Quién te limpia la puta vomitona de un borracho en el portal un domingo a las 10 de la mañana es un jodido conserje que vive en tu puto edificio lumbreras. ¿Crees acaso que un puto servicio de mantenimiento va a hacer eso? Va a venir "manolí" la de limpieza un Domingo desde su pueblo a quitar la puta vomitona, venga no me fastidies ciprés sin hojas.

Cuando te das una ostia de tres pares de cojones y necesitas ayuda soy yo quién te va ayudar. Si tu madre anciana y enferma se cae al suelo un Domingo a las cuatro de la mañana yo me tiraré de mi cama corriendo a tu puto domicilio para dar lo mejor de mi.

Es lo que la gente no entiende, un servicio de mantenimiento contrata a unos trabajdores de forma temporal para pagar muy poco y cobrar mucho. Pero esto no quita que si el tío que trae los periódicos los domingos o la señora que va a limpiar tus escaleras comunitarias vaya a mover un puto dedo por ti o la comunidad más allá de sus labores.

Mis tareas a fin de cuentas significan ser el cabrón de metro noventa y ciento diez kilos que actúa de guarda espaldas comunitario, si éste cae yo caigo, mi supervivencia laboral se basa en los cojones en trabajo, sufrimiento y dedicación que preste. Y esto no será por la de puñeteras horas extras que me he comido y que cómo bien sabréis todos aquí no valora ni el tan respetable Don César.

La gente tiene ganas de mandar, afán de disponer y lo que es peor aún, hablar sin conocer el contexto ni el funcionamiento de mis tareas. Si un fulano no tiene ni puta idea de lo que es por ejemplo una urgencia frente a una "necesidad personal", ¿qué hago? por mucho que me joda debo valorar mi trabajo y mi persona, se jode recordándole que no son horarios de portería ( pocas veces lo hago, cuando os escribo a vosotros se vé que me crezco, es bueno para mi ego qué cojones ) cómo ha sido el caso con Doña Jimenita y su "Feliz putos 16".

Dejando mis cabreos y frustraciones personales de lado ya me encontraba en el mirador de la montaña. Aparqué donde pude, siendo ya las 12 y media de la mañana eso estaba más abarrotado que un partido entre Valencia - Real Madrid cuando Mijatovic recaló en el club blanco. Mi nuevo sensor de aparcamiento funcionaba a las mil maravillas, estaba igual de contento que un político junto cheques bancarios de cuentas Suizas.

Me baje del coche mientras observaba la renovada silueta de mi 924 y me disponía a disfrutar de una mañana relajada y sin sobresaltos. Como ya os dije esta zona siempre está llena pero yo tengo un sitio "secreto" donde puedo disfrutar de la soledad que un amargado social como yo a veces necesita.

El sitio en cuestión es un pequeño terraplén que se encuentra escondido por una bajante de rocas de difícil acceso. Para uno poder llegar allí tienes que bajar escalando las rocas y subirlas de la misma manera. Es la zona perfecta para saborear la hierba de "Osito Amoroso, esfínter tembloroso" osease, el ex-novio de Jessi.

Llegue a la zona en un santiamén con dos saltos bastante ágiles, sin duda poco a poco iba notando los efectos de una vida más saludable y ejercicio, algo que es fundamental para estos menesteres. Cómo si fuese un budista en su templo me senté mientras preparaba mis artilugios para la meditación.

Saqué de mi mochila una botella de agua y rellené la pipa para así proceder a su uso. Un par de gramos de maría y unas canciones de Estopa en el móvil chinorris con su altavoz cutre de bluetooth harían el resto.

Estaba descansando sumido en una profunda tranquilidad, tanta que me recordaba a aquellos tiernos momentos que uno pasa cuando es un chiquillo sin preocupaciones ni nada que demostrar al mundo. Mi móvil a cada rato interrumpía las canciones para dar un zumbido, sería un mensaje del grupo de "Los futboleros" que teníamos Don César, Angelote y otros en el grupo de whatsapp así que no le dí importancia.

Tras fumar de la pipa de la paz mis ojos estaban más hinchados que un pez globo en una fiesta de gases tóxicos alrededor de una tubería acuática rota así que decidí estirar las piernas mientras degustaba mi sandwich de jamón y queso.

Que paisaje más curioso tenía a mi merced. A lo lejos desde mi posición podía ver el inicio de la ciudad y echando algo de imaginación la zona donde yo vivía. Sin duda no dejaba de ser un paisaje pintoresco, ya que lo urbano y lo natural se mezclaban a partes iguales creando una rutina de imágenes que sin llegar a tocar el corazón provocaban una cálida sonrisa igual de reconfortante que...

- Caballero, ¿ A qué huele aquí ? - La voz de un hombre sonó a mis espaldas.
- ¡Joder que susto! - Dándome la vuelta con miedo.
- Tranquilo caballero, somos la Guardia Civil. - Era un agente de mediana edad y corpulento equipaje de huesos y carne - ¿Sabe usted que está infestando de olor a marihuana todo el mirador? - Sacando el boli y la "receta".
- Buff para un día que tengo tranquilo una multa que me toca - Mientras sacaba voluntariamente el gramo sobrante que tenía en la mochila.
- Si es que no aprendemos caballero, para estas cosas vaya usted directamente al monte, que ni molesta ni le molestamos - Mientras sorprendido agarraba el gramo que le entregaba voluntariamente y mi dni.

Su compañero inspeccionó mi mochila para después cachearme y efectivamente ver que no tenía nada más.

- Bueno caballero ya puede usted marcharse, le llegará la multa una vez analicen la droga - Mientras se daban la vuelta dirección el acantilado.

- Perdonen agentes, ¿Cómo han llegado hasta aquí sin escalar las rocas? - pregunté

Los dos agentes empezaron a reirse cómodamente mientras un cruce de miradas complices me dejaba bastante mosqueado. Finalmente, el que siempre se dirigió a mí intentó aparentar lo más sereno y serio posible para contestar:

- Caballero, acompáñeme, que si ya va a irse usted de la zona le enseñaré una nueva salida.

Pues efectivamente como un subnormal profundo llevaba meses yendo a mi "refugio secreto" a fumar los fines de semana bajando unas rocas como un pardillo. En la zona que yo creía que existía un acantilado (no es que tenga miedo a las alturas pero tampoco hago guiños a Darwin para ganar un premio) había unos matorrales que cubrían lo que yo suponía que era la "caída".

Si uno los apartaba ligeramente con el brazo unas jodidas escaleras hacían presencia llegando hasta detrás del mirador, justo al ladito de donde había dejado mi coche. Con un cabreo de tres pares y una tostada encima que me suponía 600 euros menos a mi maltrecho bolsillo mi móvil vibró esta vez en lo que era una inconfundible llamada:

- ¿Sí? - Un número desconocido el cual no reconocía me llamaba.

- ¿Pero dónde coño estas?- La voz de una cuarentona al otro lado - Mi hija Jimenita está avisándote por whatsapp de que han forzado la cerradura del portal. - Gritando como una energúmena.

- Pero...- Balbuceé

- ¡Ven cagando hostias joder! - Grito Doña JoseFina, la madre de la pequeña diabla.

Subí cagando ostias a mi coche y salí haciendo ruedas del lugar mientras el bigotudo agente de la guardia civil giraba su cabeza de un lado a otro a modo de desaprobación...

CONTINUARÁ


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