CAPITULO 1: EL SERIAL KILLER DEL MILÁN


Cuando uno es un enano, sueña con ser un gran médico, la profesión de nuestros padres, médicos, soldados, policías y, en el caso de 9 de cada 10 niños españoles nacidos en los 70 y 80, futbolistas.

Este era mi caso, de pequeñito soñaba con ser Zamorano driblando a mis adversarios, mientras coreaban mi nombre 20000 personas al unísono. Aunque ya sabemos cómo son estas pajas mentales que uno absurdamente se monta en la infancia, acaban en cuanto comienza esa puta época dónde te salen granos por la cara y dónde tu cerebro principal es un músculoso venoso que tenemos entre las piernas. Ahí es peor aún que los sueños infantiles, nos creemos que vamos a ser los putos amos del mundo y que cualquier adulto roza el índice de alerdamiento en altos níveles.

Hace un año, comienza el gran giro de mi vida, me encontraba rozando la treintena junto a las siguientes características:

⦁ Gordo
⦁ Canoso
⦁ Frustado a nivel profesional
⦁ Soltero y a pajas
⦁ Sin un puto duro

Hacía unos años, había realizado unos cursillos de electricidad y de carpintería. Nada serio, sólo eran formalidades que uno cumple cuando está en el Paro. Pero un día, mi teléfono móvil sono, al otro lado, una voz de una persona que parecía bastante mayor, hizo su presencia:

-Hola, ¿ Es usted Don Julio ? - pregunto con vocecita de Santa Claus bonachón.

- Sí, soy yo, buenas tardes, ¿ qué es lo que desea ?

- Mire, vi su anuncio de que busca trabajo en Valencia, buscabamos una persona joven, con conocimientos de eléctrica y carpintería. El puesto sería como conserje, pero hay una pega... o una virtud, según desde donde se mire...

- ¿ Qué pega ? - repliqué desconcertado.

- Para poder obtener el puesto, es necesario que el trabajador viva en el propio edificio comunitario. Se le proporcionaría vivienda, luz, agua, exceptuando el gas, que debería de pagarselo usted.

Joder, era la puta oportunidad de mi vida, piso pagado, hacer alguna que otra " chapuza " comunitaria y aguantar los vecinos y sus manías. Definitivamente acepté sin pensarmelo dos veces. Era el único candidato que había para esa zona, ya que sólo yo cumplía el parámetro de menos de 30 años con conocimientos demostrables en carpintería y eléctrica.

Dos días después, un viernes o un jueves, fuí a firmar los papeles junto al Presidente de la Comunidad, Don César, un hombre amable, simpático y bonachón. Estaría rondado los 50 años, era economista y se le notaba una persona culta pero humilde, la primera impresión que tuve de él fué magnifica. Por otro lado, el administrador de la finca, un asesor económico de unos 60 años, llamado Walter, proveniente de Uruguay, concretamente de Montevideo. Tenía un acento muy peculiar y no paraba de realizar bromas sobre los gallegos ( españoles ) y lo parecido que eran a los de Lepe... Era bastante impertinente, pero en el fondo solo quería hacerme el rato más agradable y no me causo mala sensación.

Una vez firmado todo, fuímos al bar de la esquina de la Comunidad de Propietarios, un bar de Barrio, cuyo dueño, Angel, era un antiguo militar del Ejército del Aire, al cual le faltaba una pierna debido a un accidente en unas maniobras, no paraba de reírse casí a gritos y beber mientras estaba detrás la barra. Aún así el trato fue cojonudo y eso siempre es de agradecer.

Tras el breve refigerio en el bar del bueno de Ángel, el presidente fué a enseñarme cual sería mi piso ( al que más tarde en ese mismo día llevaría mis pertenencias ):

- Bueno, antes de nada, voy a enseñarte tu piso - Dijo César, el Presidente de la comunidad - Las cañerías y el sistema eléctrico son antiguos, pero todo el cableado está cambiado y funciona perfectamente, ya está amueblado como te comenté por teléfono, espero que sea de tú agrado. Perdona porque te tuteé, pero prefiero un trato más cercano con mi futuro conserje.

- Un placer tutearte, César - educadamente contesté - Seguro que la casa es de mi agrado, no tendré ningún problema en amoldarme a ella. Esta misma noche dormiré aquí, voy a traer lo indispensable, y en los próximos fines de semana, iré trayendo el resto.

Transcurrida está breve conversación llegamos al Portal de la Comunidad de Vecinos. Era un edificio antiguo, cómo de los años 70, destacaba por su exterior de hierro pintado en color verde oscuro y su interior de madera y mármol. Mi piso se encontraba en el último piso ( el octavo ), en la zona de los trasteros.

Don César iba explicándome todo paso a paso y lo que debía de hacer mientras ibamos hacia mi nuevo piso, era fácil pero suficiente. Don César me advirtió de que había muchos ancianos en la Comunidad y que solían ser personas con mucho temperamento y clasistas, que no dudarían en ponerme contra las cuerdas o menospreciarme por sentirse ellos " los señores " y yo " su sirviente ".

Era algo que no me preocupaba, me considero una persona tranquila, si es una crítica constructiva, aprendo de ella, si no lo es, sonrisa, a decir a todo que si y a tomar por culo, a otra cosa mariposa.

Tras la breve conversación sobre mis quehaceres, el ascensor se detuvo en el octavo piso:

- Esa es tu casa - señaló Don César- Estos dos juegos de llaves son para tí. Recuerda, que la factura del gas será descontada e tu cuenta bancaria por la Comunidad, cuando nos llegue la factura y no sin antes avisarte.

Entramos dentro, me explicó dondese encontraba la llave del agua, el gas y la luz, acto seguido se marchó. Ahí estaba yo, con una sonrisa de oreja a oreja, disfrutando de las vistas que ofrecía mi nueva casa. Estaba pintada de blanco, exceptuando las habitaciones ( dos ) que era de color azul cielo. Disponía de un baño completamente adecuado y todas las instalaciones eléctricas actuales, inclusive fibra óptica. Los muebles, eran como minimalistas, se notaba que la Comunidad se había gastado haría unos 4 años, bastante dinero en reformar la vivienda de la portería, sin duda era un alivio entrar en una casa así...

Esa misma noche, metí en mi coche lo imprescindible ( ropa, comida, cubertería, manteles, mantas y como no, mi TV de 42 pulgadas y mi gran admirada PS3 ). Terminé de colocar todo sobre las 12 de la noche. No faltaba mi cuadro de Paolo Maldini, firmado por él en un partido de Champions contra el Madrid de los años 90, colgado en el salón, dando historia, orgullo y leyenda al fondo norte de mi pared, justo encima de mi televisión ( Observando el gran Paolo como espectador privilegiado en el palco, mis primeros pasos en el oficio del marujeo profesional ). Me fumé un porro de marihuana tranquilamente viendo un programa de debate político en la televisión mientras cenaba unos macarrones hechos en mi recién estrenada cocina,el ambiente se tornaba dulce, aromático, casero cuando... sonó el timbre de la puerta... alarmado me dirigí a la mirilla de la puerta, pude ver a una señora de unos 80 años al otro lado, realizando gestos de desaprobación y aspavientos con las manos... Entonces, abrí la puerta y...




CONTINUARÁ...

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